martes, 25 de junio de 2013

Para hablar de este tema es necesario hacer memoria. Esta gran demanda estudiantil  tiene sus orígenes el año 2011 (de la mano con la gratuidad). Es así que el presidente de la República Sebastián Piñera accede a tal solicitud comprometiéndose a la derogación de los artículos 56 e), 67 e) y 75 e) del DFL 2 del 2 del 2009 más las normas pertinentes vigentes aún en la antigua LOCE.  El mandatario accede a esas demandas porque en gran medida no significa ningún costo económico para su gobierno. Sin embargo, esta materia paso a segundo plano durante un tiempo tomando fuerza durante el presente año.

¿Es conveniente la democratización para las universidades?  ¿Cuál es el costo?  La verdad que a mi juicio no genera ningún inconveniente y ningún costo. Es más, creo que la democracia como concepto no es un problema y mejora las relaciones entre todos los actores de una comunidad.  Porque una de las principales funciones de una universidad es formar ciudadanos íntegros  y responsables con su entorno, y que mejor que eso que se dé en una comunidad donde existe pluralidad de pensamientos e ideologías. Democratizar las universidades significa generar responsabilidad e integración por parte de todos los actores por su comunidad. Sentirse parte de las decisiones, respetando el principio de las mayorías, trae como resultado  la apropiación e identificación de los estudiantes, trabajadores, profesores y autoridades por su misma comunidad.

Sin embargo para lograr dicho objetivo necesitamos aprender del pasado. Creo que no sería pertinente crear órganos que obstaculicen la dinámica eficiente que existe hoy en la administración. Estos espacios deben tener como fin  generar debate y poder llegar a consensos entrecruzados de las políticas y directrices que deben tener en cuenta los ejecutores al momento de la implementación de ellas.

En la universidad debe haber principios y valores democráticos partiendo de la participación como pilar básico; el pluralismo como reconocimiento de la diversidad en una realidad que es inevitable; la libertad como eje de la autonomía y la justicia como su correlato; el respeto mutuo como punto de encuentro positivo entre los seres humanos y la sociedad: el valor civil que lleve a levantar la voz por una causa justa y como rechazo a la arbitrariedad y a la injusticia; y la solidaridad como empatía y reciprocidad para reducir la violencia, la opresión o la fuerza bruta en la misma organización.


Esperamos que todos los sectores estén a la altura del debate para lograr un mejor espacio donde todos podamos expresar libremente y responsablemente la idea de universidad que tenemos, y que mejor que poder converger y construir entre todos una mejor Universidad y Sociedad para todos. 
Alejandro Valenzuela 

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