Cuando nos ponemos en la posición de ataque o defensa en contra de los “movimientos de izquierda o derecha” no es por un mero capricho. Todo tiene su fundamento: no compartimos su visión de universidad y de participación estudiantil que tienen.
En
primer lugar creemos en una universidad libre y democrática. Cuando decimos libre, nos referimos que no
existan normas que prohíban la libre asociación de estudiantes, trabajadores y
académicos. Incluso creemos en la
asociación entre los mismos estamentos para un fin superior. Libertad plena con sentido de responsabilidad,
siempre pensando en el bien común de la comunidad. Libertad para que los
estudiantes decidan o no ir a clases. Libertad con sentido de responsabilidad. Cuando decimos democrática pensamos en que
todo miembro de la comunidad sea representado de manera igualitaria. No podemos
construir una universidad justa si el estamento de estudiantes, por ejemplo,
existan compañeros que tengan más poder que otros. Debemos pensar en tener un
sistema de votación en el cual la igualdad prime sobre el interés de unos
pocos. Buscamos “emparejar la cancha” y que prime el interés de la mayoría,
construyendo y entrecruzando diálogos entre toda la comunidad para crear una
mejor universidad. Y como escribí en la edición anterior, debe existir el
proceso de la democratización en las universidades.
Somos
convencidos que desde la universidad deben surgir las soluciones a los
problemas que afectan a nuestra sociedad.
Pero soluciones que sean responsables, escuchando a todos los miembros
de ella y respetando la diversidad que existe tanto en nuestra universidad y
sociedad. Es solo ver que hoy en día que
son las universidades que impulsan la crítica, sin embargo nos quedamos en eso,
no aportando a la construcción de
acuerdos concretos que tenga en cuenta la diversidad ideológica y multicultural
de nuestro país.
Alejandro
Valenzuela Marín.
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