Llevamos largos días de melosos programas de TV.
Entrevistas. Columnas. Suena Depeche Mode. Enjoy
the silence.
La política trasciende, emociona. Han pasado 40 años
desde la interrupción democrática llevada adelante por las Fuerzas Armadas y de
Orden. ¿Motivos? Todos sabemos lo que nos han contado, pero también tenemos
derecho a interpretar lo que se nos dice. El Gobierno del Presidente fue un mal
Gobierno, por donde se lo analice. Me cae bien Allende.
Imagino los días previos. Siempre tengo una imagen
nublada de esos días. Aún no nacía. Pero cada vez que miro la televisión, leo
un libro o algún registro histórico de la época me da la impresión de una
“borrachera política”, de una tergiversación democrática, de un falso poder
popular (siempre han mandado los de siempre). Hoy me toca estar sentado frente
al computador pensando algo que decir sobre el tema, y claro, no se me ocurre
nada más de que decir: ¡basta!
La editorial de este número habla de “matar al padre”.
Estimo que Chile merece una reparación histórica. El golpe de Estado propinado
por las armas (e impulsado por los poderosos de siempre) dejó muchas víctimas,
pero la farra democrática también. La izquierda no es mejor que la derecha. La
derecha en ningún caso es mejor que nada. En definitiva, los conservadores de
siempre no nos llevarán a ninguna parte.
Este es un diario que pretende remover cabezas. Es el
momento de que en las universidades comience a existir política, pero la de
verdad. La de la discusión, conversaciones, consensos y acuerdos. No la de las
tomas cobardes y “revoluciones” de mentira. Llegó el
tiempo de que los jóvenes de hoy y responsables de mañana se hagan cargo de la
palabra sagrada: la libertad. Sólo en libertad seremos capaces de guiar
nuestras vidas en un terreno democrático que permita la construcción de un
nuevo espacio público.
Estimados: nunca más.
Sigo disfrutando del silencio.
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