domingo, 15 de septiembre de 2013

  
La pregunta es súper sencilla, ¿qué nos divide? ¿Qué nos impide avanzar? El miedo, el miedo que se encuentra en nuestro ADN, el mismo miedo que ha mantenido en un estado de letargo a la sociedad chilena históricamente. Se habló de los sentimientos, de que era un tópico subvalorado en política, eso es verdad; porque finalmente cuando ya nada de razón queda, es el corazón quien nos dicta nuestros actos. 

Un análisis simple, pero efectivo, nos revela que Chile tiene una división eterna según cada generación:

- O'higgins y Carrera
 
- Guerra Civil - Balmaceda
- Allende - Pinochet y su dictadura
- El plebiscito del 5 de Octubre de 1988.
 

Al momento de pedir razones, tenemos a toda una generación de políticos, de personas que todo lo remontan a revanchismos y disputas históricas de los dos últimos momentos descritos; esto se ha visto nuevamente con la serie de programas en televisión sobre el tema del golpe de Estado y la posterior dictadura.

Tenemos una generación -la de nuestros padres- traumada,  que vive anclada de estos sentimentalismos y esa división fratricida de recuerdos buenos y malos que nos termina oprimiendo, generando cadenas e impidiendo pensar por nuestra cuenta. 

Nietzche en sus escritos llamó a matar a Dios, los llamamos a matar a Allende y Pinochet. 

Necesitamos acabar, de una vez por todas, con estos falsos ídolos de barro que se han creado, que sólo nos traen relatos de miseria de tiempos mal vividos y que se han amalgamado en nuestros apellidos.
 Tal vez me dirán "Debemos conocer nuestro pasado para no repetirlo en el futuro", pero yo no llamo a olvidarlo, al igual que todo deudo, podemos conversar con nuestro pasado, pero es nuestro deber superar este duelo. 

La necesidad de construir nuestro propio relato se logrará cuando superemos este caminar taciturno de veinte años llorando a nuestros antepasados y este relato debe ser ajeno al de nuestros padres.  Somos los llamados a construir la idea de un Estado perfectible, de terminar con la condena de la cuna, de los ghettos en que se escuda Chile y terminar con la pobreza material, intelectual y cívica. 


El tiempo ya pasó para nuestros padres, abuelos, tíos o hermanos mayores. La labor de lograr estos objetivos jamás lo podrán cumplir. No es tarea de Allende ni de Pinochet, ni de la derecha ni de la izquierda, sino de nosotros.


1 comentario:

  1. ¿Y qué hacemos con los casos de Detenidos Desaparecidos que aún lloran y buscan las familias? No se debe olvidar o "superar" como dices, se debe esclarecer y punto.

    ResponderEliminar

Sea cortés, ande con cuidado, eduquese lo mas que pueda, respete para que lo respeten, y que Dios nos ampare.