viernes, 20 de diciembre de 2013

Las elecciones del día domingo nos pone en un escenario de cuestionamiento hacia a la participación ciudadana. No pretendo ser un adivino, sociólogo ni psicólogo que busque los motivos por el cual la gente no voto. Eso nunca lo vamos a saber.

Sin embargo, hay ciertos indicios que nos pueden mostrar los desafíos que tiene la participación ciudadana en un futuro cercano.

Primero, Chile tiene, claramente, una crisis de participación (y de representatividad). Pero, no por ello, podemos recurrir a la solución fácil que nos han mencionado en la TV: volver al voto obligatorio.

Acá el análisis puede realizarse desde dos áreas: uno motivacional y otro estructural. El motivacional, puede tener muchas fuentes, desde la mala práctica manifiesta en varios sectores políticos hasta proyectos políticos que carecen de una visión de Estado, por el cual la gente puede verse no representada.

Sin embargo, quiero centrarme en lo estructural, lo que puede acotar mucho más el debate. Es imperioso reformar la ley de partidos políticos. Es cierto que existe un proyecto en el Congreso con tal fin, pero el debate no se ha dado. No podemos tener una ley que permite una participación vertical dentro de los mismos partidos políticos, pues la consecuencia es la creación de imperios de poder que toman decisiones entre cuatro paredes. Los mismos militantes de los partidos exigen una mayor participación, pues  se ven excluidos, incluso, de las escasas instancias de toma de decisiones que se dan en estas organizaciones. Acá, las propuestas incluyen cuotas de género en las mesas directivas y primarias vinculantes para elegir los candidatos a Alcaldes, Concejales, Diputados y Senadores.

No podemos olvidar, además, la discusión –postergada– sobre la modificación al sistema binominal, a lo que podríamos agregar, a partir de los últimos acontecimientos, un proyecto de ley que regule, de manera más segura y eficiente, la inscripción de candidaturas independientes.

Por otra parte, al existir en nuestro país un sistema de inscripción automática y voto voluntario, existe la necesidad de tener mecanismos que diversifiquen la posibilidad de manifestación del voto: electrónico, por correspondencia e, incluso, por poder (ninguno entre ellos excluyente). El mecanismo de votación es una, pero no la única, forma de incentivar a la población para que participe.

Agregamos la necesidad imperiosa de debatir sobre la transparencia de las donaciones a las campañas políticas y, por qué no, los aportes que los partidos políticos reciben. El no saber quien ni cuanto dinero donan a los candidatos, es no saber a quién estos últimos deberán rendir cuenta el futuro. Lo anterior, va de la mano de la regulación del lobby en el proceso de formación de leyes.


Pueden ser muchas más las soluciones, solo menciono las más potentes y reales que se pueden dar en nuestro país. Regresar a un voto obligatorio es retroceder. Discutir los elementos estructurales para una mejor participación ciudadana es avanzar.La democracia pide más acceso hacia ella, el cual no solo se da por motivos intrínsecos a la persona humana, sino es porque no nos hacemos cargo de conversaciones que están latentes en nuestro diario vivir.

Por Alejandro Valenzuela 
Sea cortés, ande con cuidado, eduquese lo mas que pueda, respete para que lo respeten, y que Dios nos ampare.