Las elecciones del día domingo nos
pone en un escenario de cuestionamiento hacia a la participación ciudadana. No
pretendo ser un adivino, sociólogo ni psicólogo que busque los motivos por el
cual la gente no voto. Eso nunca lo vamos a saber.
Sin embargo, hay ciertos indicios
que nos pueden mostrar los desafíos que tiene la participación ciudadana en un
futuro cercano.
Primero, Chile tiene, claramente,
una crisis de participación (y de representatividad). Pero, no por ello,
podemos recurrir a la solución fácil que nos han mencionado en la TV: volver al
voto obligatorio.
Acá el análisis puede realizarse
desde dos áreas: uno motivacional y otro estructural. El motivacional, puede
tener muchas fuentes, desde la mala práctica manifiesta en varios sectores
políticos hasta proyectos políticos que carecen de una visión de Estado, por el
cual la gente puede verse no representada.
Sin embargo, quiero centrarme en lo
estructural, lo que puede acotar mucho más el debate. Es imperioso reformar la
ley de partidos políticos. Es cierto que existe un proyecto en el Congreso con
tal fin, pero el debate no se ha dado. No podemos tener una ley que permite una
participación vertical dentro de los mismos partidos políticos, pues la consecuencia
es la creación de imperios de poder que toman decisiones entre cuatro paredes. Los
mismos militantes de los partidos exigen una mayor participación, pues se ven excluidos, incluso, de las escasas
instancias de toma de decisiones que se dan en estas organizaciones. Acá, las
propuestas incluyen cuotas de género en las mesas directivas y primarias
vinculantes para elegir los candidatos a Alcaldes, Concejales, Diputados y
Senadores.
No podemos olvidar, además, la
discusión –postergada– sobre la modificación al sistema binominal, a lo que
podríamos agregar, a partir de los últimos acontecimientos, un proyecto de ley
que regule, de manera más segura y eficiente, la inscripción de candidaturas
independientes.
Por otra parte, al existir en
nuestro país un sistema de inscripción automática y voto voluntario, existe la
necesidad de tener mecanismos que diversifiquen la posibilidad de manifestación
del voto: electrónico, por correspondencia e, incluso, por poder (ninguno entre
ellos excluyente). El mecanismo de votación es una, pero no la única, forma de
incentivar a la población para que participe.
Agregamos la necesidad imperiosa de
debatir sobre la transparencia de las donaciones a las campañas políticas y,
por qué no, los aportes que los partidos políticos reciben. El no saber quien ni
cuanto dinero donan a los candidatos, es no saber a quién estos últimos deberán
rendir cuenta el futuro. Lo anterior, va de la mano de la regulación del lobby
en el proceso de formación de leyes.
Pueden ser muchas más las
soluciones, solo menciono las más potentes y reales que se pueden dar en
nuestro país. Regresar a un voto obligatorio es retroceder. Discutir los
elementos estructurales para una mejor participación ciudadana es avanzar.La democracia pide más acceso hacia ella, el cual no solo se da por motivos intrínsecos a la persona humana, sino es porque no nos hacemos cargo de conversaciones que están latentes en nuestro diario vivir.
Por Alejandro Valenzuela
0 comentarios:
Publicar un comentario